sábado, 10 de abril de 2010

LAS DOMINADAS (por el deseo)














































































































LADY LAZRUS




















Cómo me desenvuelven la mano, el pie —
el gran desnudamiento.
Damas y caballeros.
Estas son mis manos,
mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.
La segunda vez pretendí
superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar,
recoger mis gusanos como perlas pegajosas/
Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.
Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo
retorno teatral a pleno día
al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
Y divertido:
'¡Milagro!'
Que me liquida.

Luego una carga a fondo
para ojear mis cicatrices, y otra
para escucharme el corazón –
De verdad sigue latiendo.

Y hay otra y otra arremetida grande
por una palabra, por tocar
o por un poquito de sangre
o por unos cabellos o por mi ropa.

Bien, bien, está bien Herr Doktor.
Bien. Herr Enemigo.
Yo soy vuestra obra maestra,
su pieza de valor,
la bebe de oro puro
Que se disuelve con un chillido.

Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.
Ceniza, ceniza —
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda 00
una barra de jabón,
una alianza de bodas.
Un empaste de oro.

Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.
Desde las cenizas me levanto
con mi cabello rojo
y devoro hombres como el aire.

Por Sylvia Plath (Segundo Fragmento)