miércoles, 2 de junio de 2010

BRUJA Y MAS BRUJAS














Algunas mujeres malvadas se han dejado pervertir por el Diablo y descarriar por ilusiones y fantasías inducidas por los demonios, de manera que creer salir de noche montadas a lomos de animales en compañía de Diana, la diosa pagana, y una horda de mujeres. Creen recorrer enormes distancias en el silencio de la noche. Dicen obedecer las órdenes de Diana, la cual las llama al parecer ciertas noches para que le presten servicio.” Así decía el Canon Episcopi, de la Iglesia Católica oficial, redactado hacia el año 900, es decir, en la primera mitad de la Edad Media. El documento jurídico más importante de la época para el historiador norteamericano Jeffrey B. Russell, autor de la muy documentada y abarcadora Historia de la brujería (Paidós, 1998). Este estudioso de un tema que sigue intrigando y fascinando en pleno siglo XXI señala que dicho Canon, que luego sería malinterpretado y utilizado para alimentar el terror y el odio hacia las brujas, reflejaba la preocupación de las autoridades eclesiásticas por erradicar las prácticas paganas.
“Es el Diablo, y no Dios, quien inculca tales fantasías en las mentes de las personas que no tienen fe. En efecto, Satanás tiene poder para transformarse en un ángel de luz. De esta forma se apodera y esclaviza la mente de una mujer miserable y se transforma adoptando la forma de distintas personas. Hace que esta mente ilusa vea cosas extrañas y gentes desconocidas, y la embarca en viajes extraños. Esto no ocurre más que en la mente, pero las personas que carecen de fe creen que esto sucede también en el plano corporal.” Como puede apreciarse, el Canon Episcopi, aun dentro de su afán proselitista, estaba, a comienzos de la Edad Media, más cerca de una interpretación racional (quizás habría que reemplazar el concepto de demonio por las propiedades de alguna hierba alucinógena) respecto de los “viajes” que describieron contadas mujeres, entre los millares de acusadas de brujería a lo largo de varios siglos.
Este Canon se incluyó en los principales códigos medievales de derecho canónico y al condenar la falta de fe y la creencia en la brujería, según Russell, contribuyó poderosamente “a preparar el camino a la ola de brujomanía”(?). Asimismo, coadyuvó a fijar el concepto histórico de Sabbat: como cabecilla de una horda de demonios, Diana era equiparada con Satanás. Las mujeres que la seguían rendían, pues, ¿culto al diablo? Cien años después, el jurisconsulto Burchard de Worms equiparó a Diana con la teutona Holda, mítica diosa madre que quedó así identificada como bruja.
Cuando a finales de la Edad Media comienza el hostigamiento sistemático de las presuntas brujas, ya estaban consolidados en el imaginario popular el escenario, sus procedimientos y oficiantes: el pacto con el diablo, el vuelo nocturno, la negación de la fe cristiana, el aquelarre, las ceremonias blasfemas que culminaban en la misa negra (celebrada en honor a Satanás), las prácticas maléficas de las brujas (fracaso de cosechas, muerte de animales, vampirización y asesinato de niños, etc.). Poco importaba, a esta altura en que ya se asimilaba apostasía con hechicería, que las primeras herejías del Medioevo hubiesen tratado en realidad dereformar la Iglesia, con intención de mejorarla. En 1198, el papa Inocencio III ordenó la ejecución de quienes persistieran en la herejía después de haberlos excomulgado. Y como la brujería se fue equiparando a la herejía, las acusadas de brujas por los motivos más arbitrarios fueron martirizadas y quemadas en masa en las siguientes centurias. Se trata, por supuesto, de la misma Iglesia Católica oficial que sobre todo a partir del siglo XX se ha dedicado con gran celo a defender la vida desde el momento mismo de la concepción. Algún historiador ha sostenido que las brujas fueron un invento de la Inquisición papal (creada en el siglo XIII, y que no sólo se ensañó con las pretendidas brujas: los judíos y musulmanes de España se cuentan entre sus numerosas víctimas), pero la verdad es que el arquetipo teñido de misoginia ya existía antes de que Inocencio IV, en 1252, mediante bula autorizara la confiscación de bienes, el encarcelamiento, la tortura y ejecución de los/as acusados/as de herejía. Todo ello sin necesidad de pruebas.

LA GRAN MASACRE.

La Caza de brujas, hasta ese entonces esporádica, se agudizó a mediados del siglo XV, al finalizar la Edad Media, pese a lo que indica la creencia popular, que suele atribuir esa persecución a la denominada “edad oscura”. Producto del Renacimiento y la Reforma, apunta Jeffrey B. Russell, “figuran entre los adalides más decididos de la creencia en la brujería diabólica numerosos intelectuales de esta época”. Las sanciones jurídicas se vuelven cada vez más severas porque teólogos y juristas consideran que la brujería es la mayor de las herejías, por aquello de pactar con el Diablo (¡y encima tener relaciones carnales con él!). La invención de la imprenta sirvió para la multiplicación y difusión de manuales y breviarios que alimentaron el folclore en torno a la bruja y el rechazo de la gente, al tiempo que justificaban delaciones, venganzas, expropiaciones. La propia Juana de Arco –en verdad condenada por razones políticas– fue acusada de brujería y condenada a la hoguera.
Si bien se obtenían confesiones de mujeres aterradas por el solo hecho de ser confinadas en oscuros y húmedos calabozos, rodeadas de alimañas y de excrementos, era rutina aplicar terribles tormentos, algunos de ellos destinados a comprobar la culpabilidad o la inocencia de la supuesta bruja. He aquí algunos de los que detalla Russell en la Historia de la brujería: “La inmersión de la bruja consistía en atar a la acusada de manos y pies y arrojarla dentro del agua. Si se hundía era señal de que el agua, creación de Dios, la aceptaba, y entonces era declarada inocente y sacada a la orilla. Y si flotaba, era porque el agua la rechazaba y entonces era considerada culpable”. Otro recurso era pincharlas con una aguja en ciertos puntos que se volvían insensibles si el diablo las había marcado: a veces se trataba de marcas (cicatrices, lunares) visibles que descubría el inquisidor, para lo cual se desnudaba a las brujas, a menudo pobres campesinas que al dolor sumaban vergüenza por la vejación. La creatividad para acrecentar la batería de instrumentos de tortura era incesante, se fabricaron distintos modelos de tornos, cepos, empulgueras, recipientes para baños de cal hirviente, reclinatorios y sillas con elementos punzantes, potros, zapatos con pinches, tenazas al rojo vivo, además de someter a las desdichadas al hambre y la falta de sueño. En Vacas, cerdos, guerras y brujas, el antropólogo Marvin Harris cita el testimonio de un crítico contemporáneo de la caza de brujas, Johann Matthäus Meyfarth, con detalles de crueldad inhumana: “He visto miembros despedazados, ojos sacados de la cabeza, tendones retorcidos en las articulaciones, omóplatos desencajados, venas perforadas. He visto a las víctimas levantadas en alto, luego bajadas, luego dando vueltas, la cabeza abajo y los pies arriba. He visto cómo el verdugo azotaba con el látigo y golpeaba con varas, apretaba con empulgueras, cargaba pesos, quemaba con azufre, rociaba con aceite y chamuscaba con antorchas. En resumen, puedoatestiguar, puedo describir, puedo deplorar cómo se violaba el cuerpo humano”. Tanta atrocidad para que las acusadas firmaran un documento donde confirmaban “por propia voluntad” las confesiones así arrancadas, que en la mayoría de los casos no las salvaban de la hoguera (en los raros casos en que estas mujeres eran declaradas inocentes y liberadas, corrían el riesgo de ser linchadas por gente fanatizada que no estaba de acuerdo con tanta indulgencia).
Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en la cifra, cálculos actuales basados en archivos de diversos países de Europa –aunque desde luego muchos documentos se han perdido por descuido, incendios, inundaciones, etc.– elevan el número de mujeres aniquiladas a sesenta mil. Un femicidio alentado por el desprecio y temor hacia la mujer generado por la Iglesia Católica, que veía en ella “la puerta del Diablo” y que apenas pidió someramente perdón hace un par de años, unos siglos después de violar en tan grande escala el quinto mandamiento. ¿Cuánto tardará esta institución política, económica y también religiosa en disculparse por esta indirecta forma de genocidio que representa obligar a las mujeres pobres y desnutridas del tercer mundo a tener todos los hijos que conciban, aun en casos de violaciones?
En el ensayo Las mujeres renacentistas (Alianza, Madrid) Margaret L. King dice, refiriéndose a este período: “Fue de una brutalidad excepcional contra las mujeres. El fuego que consumió a las brujas de Europa es tan brillante que ilumina crudamente la condición de las mujeres en el Renacimiento”. Entre esas decenas de miles de perseguidas, supliciadas, asadas vivas, King pasa información documentada y detallada de la condición de monjas encerradas en pésimas condiciones, niñas abandonadas (porque se prefería a los varones), muchachas humildes vejadas, enorme desigualdad de salarios por el mismo trabajo. Era entre estas mujeres que estaban las comadronas, las mujeres sabias herboristas, sanadoras, que ayudaban a parturientas y a enfermos, cuyo poder era envidiado por los médicos. Según Victoria San (Diccionario Ideólogo Feminista, Icaria, Barcelona), cada vez se afianzaba más la teoría de que las miles mujeres torturadas y asesinadas en concepto de brujas no eran únicamente enfermas mentales o físicas –explicación que prevaleció durante un tiempo– ni sólo víctimas de la ignorancia o codicia de vecinos o inquisidores, “sino que un número importante de ellas formaba parte de un movimiento social subversivo que fue barrido a fuego con la excusa de la religión”. ¿El colectivo de varones siempre ha estado atento a cualquier movimiento de mujeres que pudiera tender a liberarse de la opresión y/o vengarse de ella, para sofocarlo y aplacarlo?
Lo que es seguro es que para los represores cualquier mujer podía ser una bruja: pobres y ricas, jóvenes y viejas, cayeron bajo sospecha para ser exterminadas en al mayoría de los casos. Chivos expiatorios indefensos cuando ocurría una epidemia, algún desastre natural, se perdían las cosechas, las mujeres estigmatizadas como brujas sufrieron la exacerbación de una misoginia de larga tradición. En la religión griega, Hecate –madre de otra bruja, Medea– era diosa infernal de los sortilegios; en la tradición judeocristiana, Eva es la tentadora que incita a Adán y juntos cometen el pecado original.
La caza de las brujas tal como se practicó sobre todo en el Renacimiento –”aterrorizando a millones, envileciendo durante varios siglos la mente de eximios pensadores y dejando una enorme mancha negra en el curriculum de la sociedad cristiana”, según escribe Jeffrey B. Russell– ha encontrado desgraciada réplica en tiempos cercanos en nuestro país, durante la dictadura militar, esa forma fascista de ejercer el poder ignorando los derechos civiles, humanos, recurriendo al secuestro, la tortura, el asesinato.

Hace rato que las feministas vienen revalorizando a las brujas, a las mujeres sabias y también a aquellas que se atrevieron a recobrar cultos paganos a pesar de la amenaza que las acechaba. Muchas mujeres reivindican, dentro de los recursos considerados brujeriles, la intuición, ciertos poderes psíquicos, la adivinación... Según Russell, particularmente en Gran Bretaña y en los Estados Unidos se ha dado en los últimos años un asombroso florecimiento de grupos neopaganos informales, sin un cuerpo de doctrina pero con un atractivo mensaje de libertad y creatividad. Entre las feministas se evidencia el culto o al menos la recuperación de la diosa, compartiendo en general el rechazo a la religión patriarcal y a las jerarquías. Y por si alguna lectora quiere incorporarse a este culto que puede incluir a Isis, Astarté, Ishtar, Kali o cualquier otra diosa que les caiga en gracia, deberían ir sabiendo que hay ocho sabbats por año, ceremonia religiosa heredada de las antiguas fiestas europeas en que se celebraban los cambios estacionales.

DE LA BRUJAS Y OTRAS COSAS....

















La historia verdadera

LAS BRUJAS NO EXISTEN,
¿PERO QUE LAS HAY, LAS HAY?

¿Cuál es la realidad de la brujería?
Estimado profesor Velmont: Me dirijo a Ud. Para preguntarle si existe la brujería o es sugestión mental provocada. Una hermana mía sintió punzones en su cuerpo y decía que le hicieron brujería y que su tía le hizo un muñeco y que le dieron a tomar un brebaje en la comida… ¿Es cierto eso, o es sugestión? Le agradeceré que me conteste usted mismo y gracias por los artículos que, como dicen en mi país, lo desasnan a uno.
Enrique P.

RESPUESTA
Apreciado Enrique: El Diccionario de la Real Academia Española dice que los brujos son personas que, según la opinión vulgar, tienen pacto con el Diablo y, por ello, poderes extraordinarios. Según el mismo diccionario, brujería es el conjunto de prácticas mágicas que ejercen los brujos.
En este sentido, no hay brujos ni tampoco brujerías, porque los poderes mágicos no existen ni tampoco es posible pactar con el Diablo, ya que un personaje así sólo existe en la ficción. El Diablo no es más que un mito.
La brujería, por lo tanto, en el sentido que le da el común de la gente, no existe. Lo que sí que existe son los llamados espíritus del Error, que habitan en los planos suprafísicos 2 y 3, y que se dedican a molestar y a burlarse de los encarnados.
El plano 2 está "pegado" al plano físico (que es el nº 1), y desde allí pueden vernos a nosotros como nosotros miramos a los peces en una pecera. Tienen esa ventaja, ya que nosotros no podemos verlos a ellos.
¿Quiénes son los espíritus del Error? Bueno, somos nosotros mismos cuando no estamos encarnados. Naturalmente, me estoy refiriendo a aquellos espíritus que no están en los planos de Luz (niveles 4 y 5), porque los seres de Luz no se ocupan de molestar a nadie sino por el contrario a auxiliar a quienes necesitan ayuda.
En los planos espirituales o suprafísicos no existen las urgencias del plano físico, y entonces los espíritus, una de dos, o se dedican al Servicio (los de Luz) o se dedican (los espíritus del Error) a las luchas de poder y a molestar y a burlarse de todos aquellos que pueden ser molestados o burlados.
Ahora bien, los espíritus del Error están esperando ansiosos que los encarnados les abran las puertas para hacer sus maldades. Y si una persona quiere dañar a otra, le basta solamente con pensarlo y ya le está abriendo las puertas a esos espíritus.
Por el otro lado, es necesario que la persona sobre quien recaerá el daño se preste a ello. Aquí opera el dicho que dice que “atraemos lo que tememos”. El temor abre las puertas para que los espíritus del Error nos ataquen.
¿Qué pueden hacer los espíritus del Error? Pues provocarnos molestias corporales de todo tipo, hacer que imágenes de la Virgen derramen lágrimas o que de las heridas de Jesús crucificado mane sangre. También pueden provocar movimientos de objetos, o sonidos que parezcan palabras de ultratumba, etc., etc.
Pero siempre, en cuanto a los daños personales, la víctima tiene que prestarse a ello, haciéndole el juego a los espíritus del Error, es decir, predisponiéndose (inconscientemente, por supuesto) a ser dañada.
De más está decir que muchas personas acusadas de brujerías y quemadas en la hogueras no fueron más que manipulaciones perversas de los espíritus del Error.
Bienvenido al Club. Un fuerte abrazo.
Horacio Velmont.

Nota: Los diálogos que he mantenido con mi Guía espiritual en la sesión del 22/10/02 te aclararán más esta cuestión:

Interlocutor: … Aparte de los espíritus del Error, los “demonios” y las energías lúdicas, ¿hay otras entidades negativas que abruman o molestan a los seres humanos?
Ron Hubbard: Sí, pues hay que incluir a los elementales de la naturaleza, como los gnomos, elfos, duendes, faunos, etc., pero no lo hacen por maldad sino por traviesos.
Interlocutor: Ya entiendo. ¿Y también pueden hacer foco y producir imágenes y todas esas cosas?
Ron Hubbard: Si, pueden hacer foco y producir imágenes igual que los espíritus del Error.
Interlocutor: ¿Y también pueden hacerse visibles?
Ron Hubbard: Sí, por supuesto.
Interlocutor: Hace muchos años, un amigo de mi padre, que era ingeniero en minas en Europa, contaba que era común que los mineros, cuando había algún escape de gas, vieran gnomos que se les aparecían y les advertían del peligro. ¿Es posible esto?
Ron Hubbard: Claro que sí, porque muchos elementales son Servidores.
Interlocutor: Ah, ya entiendo... ¿Y con respecto a los zombis, es decir, los llamados “muertos vivientes del Vudú”, que los brujos supuestamente tienen a su servicio?
Ron Hubbard: Eso es una tontería. Es una tradición de esa isla denominada Haití. No hay ninguna droga que pueda revivir a los muertos. La condición de zombi es producida por una droga que origina un estado de tipo cataléptico.
Interlocutor: ¿Y qué hay de verdad en los muñecos de cera con alfileres clavados que provocan dolor en las víctimas que representan?
Ron Hubbard: Son todos inventos. Se puede dar a veces, excepcionalmente, la circunstancia de que el encarnado, al pinchar un muñeco e intencionar con toda su fuerza mental para que le llegue a la víctima, que ésta sienta el pinchazo. Pero este efecto no es más que una transferencia energética sin ninguna connotación mágica.
Interlocutor: ¿Y esto se produce aunque la víctima no tenga conocimiento de lo que se está haciendo en su contra?
Ron Hubbard: Se produce aunque la víctima no lo sepa. Si yo, por ejemplo, odio a una persona, y tengo una foto de ella o hago un muñeco que la representa, cuando pincho no estoy pinchando la foto ni el muñeco, sino que automáticamente estoy focalizando mi vibración energética negativa hacia la otra persona y esa vibración llega.
El ser humano no tiene tanto poder como para hacer foco como un espíritu, que hasta puede producir lo que ustedes llaman “combustión humana espontánea”, porque el ser encarnado solamente tiene el 10 % de espíritu.
No obstante, algunas personas pueden lograrlo a través de ciertos ritos africanistas que potencian la maldad.
Interlocutor: ¿Ese potenciamiento de la maldad lo hacen a través del auxilio de los espíritus del Error?
Ron Hubbard: Por supuesto. Todo lo que es de la línea africanista, umbanda, kimbanda, macumba, vudú, utilizan espíritus del Error para hacer sus daños. Y esos espíritus del Error focalizan la energía negativa y pueden llegar a hacer foco sobre la persona que el brujo quiere dañar a través de los pinchazos en la foto o el muñeco que la personifica.
Pero aunque la persona que pincha el muñeco no haga ningún rito negro también puede enviar, aunque limitadamente, foco hacia su víctima y dañarla.
Aunque tú no lo sepas, cuando en una oportunidad estaban reunidos los miembros del Grupo Elron en un bar, uno de ellos, sindicado como “el discípulo número trece”, envió una energía negativa con tal fuerza que uno de los presentes tuvo un preinfarto y tuvo que retirarse.
Esa energía negativa, en realidad, iba dirigida a este receptáculo, a quien ese discípulo le tenía envidia, pero como estaba en un estado de euforia le rebotó y fue a parar a la persona que tenía al lado.
Interlocutor: Recuerdo perfectamente ese hecho.
Ron Hubbard: Esto quiere decir que haciendo foco se puede enfermar a una persona.
Interlocutor: ¿Concretamente, entonces, todo esto de las brujerías, conjuros, maldiciones, etc., es debido a...?
Ron Hubbard: Es debido a la intervención de los espíritus del Error e incluso los “demonios”.
Interlocutor: ¿Y las famosas caza de brujas de los siglos pasados?
Ron Hubbard: ¡Por favor, eran todas víctimas inocentes! No tenían nada que ver con la utilización de los espíritus del Error que hacen ahora las líneas africanistas.
Interlocutor: ¿Existe algún tipo de conjuro especial, secreto, por el cual se pueda concitar la voluntad de los espíritus del Error?
Ron Hubbard: No, no existe. Y aunque existiera no es necesaria, porque los espíritus del Error se prestan voluntariamente. La expresión que usarían, empleando una frase común, es algo así como “a mi juego me llamaron”. Eso de los “conjuros” es solamente de las películas de ciencia ficción.
Sí, se puede hacer algún tipo de concentración mental como para lograr un mejor contacto potenciando el deseo, pero esto no tiene nada ver con los conjuros. Así como con el poder de la oración se puede crear un canal de Luz, así también con la invocación al mal se puede crear un canal de sombra.
Pero con los espíritus del Error no son necesarios tantos miramientos, ya que están prontos a servir a quien quiera provocar maldades.
Interlocutor: Entiendo… Bueno, el tema quedó definitivamente aclarado…

Logré nacer un mes de enero,
tarde ya para el calor.
Me convertí, invierno a invierno,
en un torpe cazador.

Y así partí, y lo habias jurado
ir conmigo hasta el final.
Tardé en llegar algunos años
y algunos más en regresar.

Completamente solo,
bajo un sol abrasador,
grité al perderlo todo
y no reconocí mi propia voz.

Vivía igual que un cazador,
en soledad, sin fe ni amor,
mi presa siempre estaba en otro lado.

A hierro yo viví y maté
y a hierro sé que moriré,
el cielo nunca se ha equivocado.

Y así emprendí el tercer camino,
fui guiado sólo por el viento,
el juez de paz me vio y me dijo:
"ya has perdido mucho tiempo".

Y vi a mi amor y estaba herido,
no me quise detener allí.
Soy cazador, y no persigo
más que lo que huye de mí.

Después de mucho tiempo
recibí tu grabación.
Era de días buenos
y no reconocí mi propia voz, mi voz.

Vivía igual que un cazador,
en soledad, sin fe ni amor,
mi presa siempre estaba en otro lado.

A hierro yo viví y maté
y a hierro sé que moriré,
el cielo nunca se ha equivocado.

Vivía igual que un cazador,
en soledad, sin fe ni amor,
mi presa siempre estaba en otro lado.

A hierro yo viví y maté
y a hierro sé que moriré,
el cielo nunca se ha equivocado.

Y puedo hablar, y aquí sigo aullando como un animal,
el día es breve y próximo está el final.
Hermano, esto es lo único que sé:
tengo hambre y cazar




Di, qué será de ti, qué será de mi,
Cuando estalle el fin,
esta relación,
tu me dirás que no,
nada sucedió.

"Apagad la luz,
guardad toda aquella ropa en un baúl
y arrojad la llave".

Querías un regalo
Y yo derramé encantado
con un grito entre tus tetas
aquel collar de perlas
y en ese instante el mundo terminó
y él apareció a plena luz del sol.

Nadie rechistó,
así que me acerqué,
le dije entonces ¿qué?
él dijo ¿qué de qué?
y yo "apagad la luz
guardad toda aquella ropa en un baúl
y arrojad la llave".

Hace mucho tiempo
que ya hace mucho tiempo
de cualquier cosa en mi vida,
mi vida malherida,
alejaos que ahora envejezco.

Gente nace y gente muere cada día,
los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras
y despues nos lamentamos.

Que viva el ser humano,
la gente grita "!hey, hey...¡"
"Bien" dice entonces él
"veo que tienes sed
yo te la apagaré
a base de chas, chas, chas"
pero llega alguien más.

Y le oigo balbucear
"Apagad la luz,
guardad toda aquella ropa en un baúl
y arrojad la llave".

Por allí huyen unos,
por allá los otros,
¿Quién entre ellos, por lo tanto,
se está equivocando?
Decídmelo que estallo...

Gente nace y gente muere cada día,
los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras
y despues nos lamentamos.

Que viva el ser humano,
la gente grita "!hey, hey...¡"

Gente nace y gente muere cada día,
los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras,
"Por favor defíname la eternidad"

Gente nace y gente muere cada día,
los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras,
como el niño cruel que acecha,
como aquel gran atleta
drogado en la carrera
nueve segundos restan
la guerra empieza...
"¡hey...!"