miércoles, 7 de abril de 2010




















Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
El adulterio la vergüenza al cielo,
Pues que tan claramente y tan sin velo
Has los hidalgos huesos ofendido.

Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
Que no sepa tu infamia todo el suelo:
Cierra la puerta, vive con recelo,
Que el pecado nació para escondido.

No digo yo que dejes tus amigos,
Mas digo que no es bien que sean notados
De los pocos que son tus enemigos.

Mira que tus vecinos, afrentados,
Dicen que te deleitan los testigos
De tus pecados más que tus pecados.

Francisco de Quevedo






Si, para ti.

Mi lengua, sobre tu clavícula, tu cadera, tus ojos, hasta dentro de ti, por donde me pidas, y hasta por donde ni Dios se le ha permitido ir. Mi lengua, sin dueña, bufando, como una vil serpiente, robando tu aroma, tu sudor, tu sabor, hasta dejarte simple, sin nada, con las pupilas dilatadas. Mi lengua, agresiva, hechicera, de arriba a la sombra, de tus pestañas al cielo, de ti a mi lengua, eso, mi lengua es para ti. Pany. Mosca






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